martes, 1 de septiembre de 2009

Ella...


Hoy como a muchas personas, a ella le toco volver a trabajar, después de unas buenas vacaciones, cuesta volver pero llegaba con las “pilas” recargadas, con la pereza normal de volver a madrugar y enfrentarse a ciertos nubarrones que se avecinan en el horizonte…aunque a ella no le gusta anticiparse pero si “estudiar el mapa del tiempo” para que la tormenta no le pille desprevenida y es lo que hizo.
En unas horas le pareció que se había ido solo hace unos días, se alegro de ver a sus compañeros, bueno...a casi todos..y de que ellos se alegrasen de verla de nuevo. Volvió a recordar lo que ella disfrutaba con su trabajo, le hacía sentirse útil, le gustaba regalar sonrisas, ánimos, esperanzas, caricias, compañía, consuelo, escuchar y muchas cosas más, pero a veces no todo es siempre bueno y hoy hubo un momento muy triste y no pudo evitar ponerse en el lugar de otra persona y sentirse triste e impotente…
La mañana paso volando y pensó…mañana será seguro más fácil…
Empezó la tarde con optimismo, quizás demasiado, pero cuando vio que sus planes que con tanta ilusión estaba preparando se tenían que retrasar, no pudo evitar que se despertaran por unas horas los “tigres” dormidos de su cabeza, que con sus “zarpazos” le revolvieron ideas y sentimientos que hace mucho tiempo “hibernó” y sus “arañazos” le dolieron en lo más hondo del corazón.
Ella sabía que se le pasaría en un rato, sabe que es humana y ¿quién no se sentiría mas o menos igual que ella en la misma situación? porque sentirse feliz por esto sería algo patológico…pero…durante unas horas no fue buena compañía para sí misma.
Ella sabe que es muy fuerte pero a la vez vulnerable, sabe que para sentir felicidad se arriesga a sentir tristeza, se sabe útil, capaz y realizada en su vida profesional pero todo lo contrario como mujer y hoy sintió frustración, soledad, tristeza, desasosiego, el camino a recorrer sola le pareció por momentos demasiado empinado y pensó ¿podré?, se sintió inútil, no valida, echo de menos muchas cosas que no se compran con dinero y le entraron unas ganas terribles de llorar…
Le habría gustado tener un cargamento de mimos y abrazos cerca, eso le suele ayudar a que se le pasen antes estas horillas malas, pero es que el repartidor desde hace tiempo suele estar de vacaciones...
La casualidad o más bien la cercanía hizo que me la encontrara y me contara todo esto a mí. Ella sabe que contarlo y oírse a sí misma le hace a veces ver las cosas un poco menos negras o quizás de otra manera y los “tigres” suelen dormirse, aunque los “arañazos” le escuezan después unos días, pero bueno…si se curaron otras veces…¿por qué esta vez no?
Cuando la deje en su casa, ya parecía sentirse mejor, sus ojos brillaban y se habían aclarado con las lágrimas y en su cara se empezaba a dibujar una medio sonrisa. Mi mirada se cruzo con la suya en un espejo y me dijo: Gracias por escucharme, beso suavemente la palma de su mano y soplo para enviarme un beso y su mirada me dijo...veras como mañana seguro que será mejor...

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