martes, 22 de septiembre de 2009

Mi primera experiencia judicial


Hoy he vivido una nueva experiencia, que hasta el momento solo había visto en televisión o me habían contado. La cosa es que hace 4 meses, me llego una citación de un juzgado, para acudir como testigo de la parte acusadora a un juicio, pero en esta no se refería ningún dato sobre el asunto del juicio, ni si quiera el nombre del acusado.

Así que hoy, llegó el día del juicio y acompañada de un buen amigo, allí que me fui. En la sala de espera, coincidí con otro testigo que me mencionó unos vagos datos del caso y del acusado, al que me fue imposible ponerle cara o recordar y por fin después de unos 30 minutos, se abrió la puerta, salió un hombre que pronunció mi nombre, me levante, le entregue mi DNI y me invito a pasar a la sala acompañándome hasta el centro de esta, donde había un micrófono en una peana que graduó a mi altura y posteriormente me soltó una parrafada que no fue la típica que sale en las películas de…juras decir la verdad y toda la verdad… pero fue algo parecido pero más “españolizado” y sin biblia…y ¡claro! dije que sí.

Detrás de mí vi que había tres filas de asientos, donde estaban sentados además de un amigo mío, la mujer del acusado y otros testigos que entraron a declarar antes que yo. En frente mío había una mesa con dos mujeres y otras dos mesas más, una a mi derecha y otra a mi izquierda con dos hombres en cada una (abogado y procurador), todos ataviados con la misma vestimenta negra, salvo la mujer que estaba justo en frente mía, que llevaba un escudo blanco que le destacaba en la solapa y que deduje que era la juez con su secretaria judicial al lado.

Comenzó la juez dirigiéndose a mí, con frases que parecían ser como formulismos habituales que tiene que decir a todos los testigos que “pasen por el micrófono” y después me preguntó sobre mi imparcialidad, cosa que no me fue difícil confirmar, dado que yo no sabía ni sobre qué o quién era el juicio, ni porque me habían llamado como testigo.

A continuación le dio la palabra a un hombre regordete que estaba sentado en la mesa de mi derecha, que debía ser el abogado acusador y que dirigiéndose a mí, comenzó con una voz chillona y muy teatrera, a preguntarme cosas sobre ciertos hechos sobre el acusado, al cual yo evidentemente no recordaba, por lo que a instancias del abogado, la juez me enseño un escrito que yo había realizado del acusado hace nada más y nada menos que 4 años, reconocí que era mi firma y aunque no recordaba ni la cara del acusado ni como se habían desarrollado los hechos, ratifiqué lo que ponía en el escrito.

Posteriormente el abogado acusador, al que mi amigo calificaría más tarde como “un patan”, empezó a preguntarme cosas con la intención de que yo sacara conclusiones de cosas que son impredecibles, cosa que no hice y evidentemente mis respuestas, no le gustaron nada y acabaron sacándole de sus casillas e incluso inició una pregunta y cuando yo le iba a contestar hizo un ademan despectivo como diciendo….ni me contestes…porque ya sé que no me vas a decir lo que yo quiero…ante lo cual la juez le llamo la atención, aclarándole que la testigo (osea yo) se merece un respeto y que no puede pretender que conteste lo que él espera escuchar.

El abogado de la defensa no quiso preguntarme nada, por lo que me senté junto a mi amigo y vi declarar al último testigo de la acusación al que “habían entrenado” muy bien, pero la defensa le logró “sacar los colores”.

Después el abogado defensor hizo su alegato final, a mi parecer muy bien argumentado y consistente y el “patan” incidió solo en el único aspecto que podría llevar el caso a su favor, pero yo creo que al igual que para mí (que no tengo ni idea de temas judiciales), para todos los que estábamos allí, “se le cayeron los palos del sombrajo”(esto es una expresión Cordobesa equivalente a quedarse sin argumentos) y ojala si la justicia es justa, a la familia del acusado la compensen como se merecen.

Y así acabó “mi primera experiencia judicial”, gracias a Dios como testigo y a "toro pasado", no merecia la pena preocuparse, pero tengo que reconocer que la incertidumbre de no saber nada de nada de porque me llamaban como testigo y el tener que ir a un juzgado que es un mundo totalmente desconocido para mi, pues me puso un poco nerviosa y me alegro de que por fin el dia de hoy haya pasado.

Ha sido curioso ver como es un juicio, pero ya está, la próxima vez que le toque a otro.


Simplemente yo misma

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