jueves, 8 de septiembre de 2011

Juan Salvador Gaviota

Capitulo I
Amanecía, y el nuevo sol pintaba de oro las ondas de un mar tranquilo.
Chapoteaba un pesquero a un kilómetro de la costa cuando, de pronto, rasgó el
aire la voz llamando a la Bandada de la Comida y una multitud de mil gaviotas
se aglomeró para regatear y luchar por cada pizca de comida. Comenzaba otro
día de ajetreos. Pero alejado y solitario, más allá de barcas y playas, está
practicando Juan Salvador Gaviota. A treinta metros de altura, bajó sus pies
palmeados, alzó su pico, y se esforzó por mantener en sus alas esa dolorosa y
difícil posición requerida para lograr un vuelo pausado. Aminoró su velocidad
hasta que el viento no fue mas que un susurro en su cara, hasta que el océano
pareció detenerse allá abajo. Entornó los ojos en feroz concentración, contuvo
el aliento, forzó aquella torsión un... sólo... centímetro... más...
Encrespáronse sus plumas, se atascó y cayó. Las gaviotas, como es bien
sabido, nunca se atascan, nunca se detienen. Detenerse en medio del vuelo es
para ellas vergüenza, y es deshonor.
Pero Juan Salvador Gaviota, sin avergonzarse, y al extender otra vez sus alas
en aquella temblorosa y ardua torsión -parando, parando, y atascándose de
nuevo-, no era un pájaro cualquiera.
La mayoría de las gaviotas no se molesta en aprender sino las normas de vuelo
más elementales: como ir y volver entre playa y comida. Para la mayoría de las
gaviotas, no es volar lo que importa, sino comer. Para esta gaviota, sin
embargo, no era comer lo que le importaba, sino volar. Más que nada en el
mundo, Juan Salvador Gaviota amaba volar.
Este modo de pensar, descubrió, no es la manera con que uno se hace popular
entre los demás pájaros. Hasta sus padres se desilusionaron al ver a Juan
pasarse días enteros, solo, haciendo cientos de planeos a baja altura,
experimentando.
No comprendía por qué, por ejemplo, cuando volaba sobre el agua a
alturas inferiores a la mitad de la envergadura de sus alas, podía quedarse en
el aire más tiempo, con menos esfuerzo; y sus planeos no terminaban con el
normal chapuzón al tocar sus patas en el mar, sino que dejaba tras de sí una
estela plana y larga al rozar la superficie con sus patas plegadas en
aerodinámico gesto contra su cuerpo. Pero fue al empezar sus aterrizajes de
patas recogidas -que luego revisaba paso a paso sobre la playa- que sus padres
se desanimaron aún más.
-¿Por qué, Juan, por qué? -preguntaba su madre-. ¿Por qué te resulta tan
difícil ser como el resto de la Bandada, Juan? ¿Por qué no dejas los vuelos
rasantes a los pelícanos y a los albatros? ¿Por qué no comes? ¡Hijo, ya no eres
más que hueso y plumas!
-No me importa ser hueso y plumas, mamá. Sólo pretendo saber qué puedo
hacer en el aire y qué no. Nada más. Sólo deseo saberlo....

Richard Bach "Juan Salvador Gaviota"

A propósito de un comentario de un lector anónimo en una entrada antigua de mi blog, me he acordado de uno de mis libros favoritos "Juan Salvador Gaviota" de Richard Bach, del que os he dejado unos pequeños párrafos de su principio y si queréis seguir leyendo, podéis hacerlo pinchando en el enlace que aparece en el margen izquierdo del blog.
Este libro llego a mis manos por casualidad cuando tenía unos 11 años, porque se lo regalaron a mi hermana por su cumpleaños y ella no se lo leyó, pero yo que de pequeña era una "devoralibros" me lo leí y desde entonces no se cuantas veces me lo he vuelto a leer, pero más de 10 seguro...
Es un libro que se lee en un ratillo, acerca de una gaviota que "se desvía" de vivir la rutina habitual y tradicional de las demás gaviotas de su manada, intentando hallar una forma de superarse y encontrar un sentido mayor a su existencia dejando de limitarse a volar solo para conseguir alimento como las demás e intentando aprender a volar magistralmente como muchas aves de otras especies.
Aunque yo no soy ninguna "pajara" ni tengo ni una pluma, la verdad que en muchos sentidos desde hace tiempo me he sentido muy identificada con Juan Salvador Gaviota y cada vez que lo leo descubro un nuevo matiz, una nueva interpretación de algunas frases e ideas que se le pasan a él por la cabeza y bueno....que me encanta¡¡¡

Yo misma sintiéndose libre como una gaviota y es algo que ¡¡¡me gusta y me hace féliz¡¡

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