martes, 11 de enero de 2011

Sin decir ni adios...

-¡¡Hola!! Buenas tardes y ¡Feliz año!-He dicho hoy al entrar en la academia de piano, despues de 3 semanas de vaciones
-Muchas gracías, igualmente- me contestó el encargado
-¿Unas buenas vacaciones?-le pregunté
-Si, si buenísimas

Y me senté a esperar a que llegara la hora de la clase, pero el encargado como el que no quiere la cosa...me dice...¡Ah! por cierto, que sepas que tu profesor ya no está, se ha ido a trabajar al conservatorio de tal y tal, porque le han ofrecido un trabajo con mejores condiciones.

Me quedé mirando, su cara medio sonriente (el hombre es muy simpatico), esperado oirle decir: ¡¡no mujer!! que es una broma (aunque no sea el día de los inocentes), porque la verdad que me he quedado "cuajada", y al ver que no decía nada he empezado a decir, fingiendo sinceramente bastante como que no me importaba mucho...que me daba pena porque llevaba con el desde el principio (hace un año y medio), pero bueno que si era lo mejor para él, pues que me alegraba.

A continuación el encargado ha añadido, que tenía un nuevo profesor, me ha dicho como se llamaba y me he quedado sentada, todavia "sin reaccionar", sintiendo que un nudo se me estaba formando en la garganta y una gran decepción, porque después de un año y medio, siendo un estupendo profesor y en cierta manera para mí un amigo, que me ha animado tanto con la música como con mi proyecto, ahora se ha ido, sin decir ni adios.

Vale que falté el último día de clase y quizás ahí me lo iba a decir, pero existe el telefono y al igual que me ha llamado para otras cosas que le interesaban (como cambiar el horario de una clase), me podía haber llamado simplemente para despedirse. ¿Y porqué llamarme a mí?, pues porque de sus creo 15 alumnos soy la única adulta, el resto son niños a los que no va a llamar, pero a mí, me hubiese gustado que al menos me llamase para decirme que se iba y no tenerme que enterar por el encargado de la academia...

Quizás mi error, es pensar que los demás harán lo que yo haría. Porque yo si hubiese sucedido al revés, vamos que por algún motivo, hubiese tenido que dejar las clases, habría intentado hablar con él y decirselo, no se, a mi me parece que entre adultos, es lo normal y después de un año y medio...

En fin, la decepción y ese nudo de la garganta, han originado una pequeña lluvia en mis ojos y un ratillo de tristeza y penilla, que en unos días se irá borrando supongo, pero ahora mismo, todavía no me entra en la cabeza, que se haya ido, sin decir ni adios...

Yo misma con una tarde para olvidar...

PD: unos minutos después de acabar de escribir este post, no se si habré hecho bien, pero le he mandado un mensaje a mi exprofe, deseandole lo mejor y agradeciendole lo que me ha enseñado. Me ha decepcionado, pero no puedo quedarme "callada" y no seré yo la que deje de hacer lo que creo que es sencillamente lo normal entre personas adultas.

2 comentarios:

  1. Bueno, las pérdidas siempre duelen, pero una vez en un libro, leí que, a la larga, resultaban positivas. A mí me cuesta trabajo ver una pérdida como positiva, pero se puede intentar.

    Saludos.

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  2. Más que la pérdida, lo que me ha dolido es el "irse sin decir ni adios". Lo positivo empecé a verlo en cuanto dí la clase de piano con mi nuevo profesor, porque tan solo en una clase me corrigió cosas que el otro no hacía y ahora que estoy empezando es bueno no coger "vicios", me enseñó truquillos para que mis muñecas se muevan de forma mas natural y para solfear mejor.
    Vamos que a veces cambiar de profe te ayuda a completar las cosas buenas que te enseña uno, con otras también buenas o complementarias que te enseña otro, pero eso si, por el momento echaré de menos a mi profe como amigo y quien sabe ande si el nuevo profe, si el tiempo me lo permite (y no me lo cambian), también se convertira en ello.

    Un saludo y muchas gracías por tu comentario

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